El año pasado viví algo que movió y también afirmó muchas de mis convicciones. Como muchos de ustedes se habrán dado cuenta, he tratado de mantener un perfil netamente artístico en redes sociales. Amo el arte, el canto es mi pasión y he visto como en estos años las ramas de mis capacidades se han ido multiplicando y extendiendo.
Mantener un perfil artístico en la era de los “blog personales”, ciertamente es un reto. Respeto a las personas que han decidido hacer de su vida y su intimidad un negocio, tomar esto como un modo de vida; todos nacimos para algo y para algo diferente. No voy a afirmar: “de esta agua no beberé”, sin embargo, yo soy muy feliz siendo completamente dueña de mi vida personal e íntima. Como ya sabemos, no vamos a gustarle a todo el mundo, habrá gente que compartirá o no mi sentir.
El año pasado recibí una serie de comentarios difamatorios, amenazas y extorsiones en mi perfil de Facebook. Una de las personas que me atacó, decía que yo por ser figura pública no podría esconderme, ¿esconderme de qué? Esconderme de ataques como esos. A esto hemos llegado. Es realmente increíble, que existan personas de este tipo que crean que pueden atacar o intimidar a un artista solo por el hecho de ser figura pública. ¿Qué es ser figura pública? ¿Porqué se cree que una figura pública está obligada a renunciar a su privacidad y exponer frente conocidos y sobre todo desconocidos todo lo referente a su vida personal?
He venido reflexionando a raíz de la situación que les acabo de comentar y que me obligó a tomar incluso acciones legales. Desde un inicio tuve muy claro que no respondería a ningún ataque. La gente se siente muy valiente escribiendo tras un teclado todo lo que le viene en gana y yo no tengo porqué rebajarme a la altura de ellos, ni mucho menos, permitir que ello robe mi energía, mi paz o distraiga mi mente de lo realmente importante para mí.
Te has puesto a pensar ¿cuántas de esas personas que te ven en redes se preocupan realmente por ti, están a tu lado, no solo cuando todo va bien, sino sobre todo cuando pasas por momentos difíciles? ¿Cuántos de ellos conocen realmente los detalles de lo que vives día a día con tus emociones y sentimientos? ¿Vale la pena exponer tu vida e intimidad a personas que en su mayoría no conoces? El corazón es un tesoro, de él surge la vida; si en tu corazón hay cosas buenas, eso se verá reflejado en tu actuar. Cuánta verdad hay en que por sobre cualquier cosa que atesoremos, lo que más debemos cuidar es el corazón.
Las redes sociales son un arma de doble filo. Yo creo que como todo en esta vida, buscar un equilibrio y usar para bien estas herramientas sí vale la pena y pueden llegar a ser de muchísima utilidad. Yo disfruto interactuar con estas tecnologías, compartir y aprender, pero tengo muy claro que lo que se muestra en redes sociales, no es ni el %1 de lo que hago y de lo que soy.
Tengo muy claro mis prioridades, lo que quiero y lo que no. Es totalmente irreal que se piense que por ser figura pública yo debo exponer todo lo referente a mi vida. Yo antes de ser artista, soy una mujer, un ser humano que como todos tiene derecho a su privacidad, a su intimidad. Yo decido qué comparto y qué no comparto en mis redes y tengo todo el derecho de que ello se respete.
¿Cuál es el precio que estas dispuesto a pagar por exponer tu privacidad? ¿Qué estás dispuesto a hacer o no hacer para proteger tu intimidad? Yo sé lo que valgo y yendo mas allá de lo profesional o artístico, el tipo de mujer que soy. Me ha costado muchos fracasos, lágrimas, tropiezos, etc., llegar hasta hoy, en cada una de las áreas de mi vida, por eso amo cada célula de mi ser (inclusive mis defectos), amo ser mujer y amo ser libre. Libre para mí y las personas que amo, libre para incluso ir en dirección opuesta a lo que la sociedad pide o exige.